Fritz Ebel (¿?, 1936 – Múnich, 2011)


Desde que él tenía 25 años y ella 29, su transitar juntos por la vida los llevó a ahondar sus raíces en el barrio tradicionalmente obrero de Sendling, en Múnich; y 50 años y 3 hijos después, una noche cualquiera regresaban a su hogar tras departir alegremente con varios amigos en un pub cercano sin saber que a eso de las 20 horas comenzaría la agonía de su matrimonio: delante de su casa, un ciclista circulaba  rápidamente por  la  banqueta,  por aquellos  días  muy  angostada -irónicamente, por un túnel provisional levantado para proteger a los peatones- debido a unas obras de construcción.

Molesto, el anciano, de nombre Fritz Ebel, proyectó su brazo a través del ancho de la banqueta para incomodar al ciclista y, cuando este -molesto también- se detuvo, Fritz le dijo que obedeciera las señales que desde los postes piden desmontar en aquella zona, a lo que el ciclista de 53 años -quien tenía aliento a alcohol- se negó rotundamente. Era el martes 30 de agosto de 2011 en Múnich, Alemania, cuando ambos se enzarzaron en una agria discusión que dio por zanjada el ciclista: bajando ahora sí de su vehículo y tras una breve lucha con el anciano, empujó a este fuertemente hacia un camión estacionado donde se golpeó la nuca para enseguida caer desmadejado a la acera. El agresor, tras ver el resultado de sus actos, aunque aún furioso -de acuerdo a Tulay Dursunoglu, una vecina de origen turco amiga del anciano-, llamó a los servicios de emergencia y se encargó, mientras acudían en auxilio del herido, de darle a Ebel los primeros auxilios junto con la propia Tulay.

Al arribar la ambulancia, el personal de esta encontró sangrando profusamente y sin conciencia a Fritz sobre una de las aceras de la calle Albert-Roßhaupter-Straße, en brazos de Sylvia, quien acariciaba amorosamente su rostro y le hablaba. Fritz Ebel falleció en un hospital el viernes 2 de septiembre de 2011 sin haber recuperado la consciencia. Tenía 75 años.


La acera donde quedó inconsciente Fritz Ebel, en la calle 
Albert-Roßhaupter-Straße, en una vista de Google Maps
3 años antes de que ocurriera la agresión. La entrada
junto al buzón naranja era la de su hogar.

Tras el deceso de su víctima, el ciclista fue arrestado bajo el cargo de ataque causando la muerte, el cual se castiga en Alemania con varios años de reclusión. La policía buscaba a dos testigos de lo sucedido, por cierto, ciclistas, a los que pareciera que el Sr. Ebel les llamó la atención también.

Fritz, un ex trabajador de Siemens y amante del orden en la convivencia entre las personas, vivía en el No. 74 de la calle donde fue mortalmente agredido. Un hombre muy querido entre sus vecinos, estos lo consideraban el alma de la casa porque se esforzaba en ayudar a quien lo necesitara, además de que la mantenía en buen estado e insistía en que los inquilinos cumplieran con las reglas de la misma. Por su carácter reacio a las faltas de civilidad, no era la primera vez que Fritz reconvenía a ciclistas por no acatar las reglas de tránsito, comentó Tulay al diario Abendzeitung München, además de dejar en claro que «Sin Ebel, ya no queremos vivir aquí mi familia y yo». Ella y sus hijos lo apreciaban al grado de considerarlo como parte importante de su familia. Por su parte, Bourak, de 17 años e hijo de Tulay, señaló a TZ-Online que el estrecho lugar (el túnel sobre la banqueta) era peligroso para los peatones porque tenían que esperar que pasaran primero los ciclistas (paráfrasis y cursivas mías).

Fritz Ebel murió por que un prepotente ciclista impuso -y luego defendió físicamente- su “derecho del más fuerte” para apropiarse del espacio de movilidad y seguridad de los peatones. O en otras palabras: porque un ciclista prefirió insultar y agredir a un ciudadano antes que bajarse de la acera y circular por la calle -como tendría que haberlo hecho por sí mismo- cuando este se lo exigió.

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