Pasos Rotos: Hombre desconocido II (¿?,

Modificado el 25/05/2014
Pasarán muchos días, interminables días, para que la imagen que vio una mujer que cruzaba la Av. Guerrero, entre Francisco Sarabia y Fuerza Aérea (en Irapuato, Gto. México) no aparezca en los momentos menos pensados de su vida cotidiana: un veloz ciclista -que era acompañado en su carrera por otro- embistió brutalmente a un hombre para de inmediato huir dejándolo sangrante sobre la calle, todo ello apenas a unos cuantos pasos de ella. De inmediato, la asustada y nerviosa testigo pidió ayuda a los vecinos y les hizo saber lo sucedido, indicándoles además que los ciclistas, quienes corrían hacia al sur, habían escapado por la misma avenida en dirección a la calle Bolívar.

El hombre herido -delgado, de alrededor de 40 años, estatura promedio, vestido con camisa a cuadros y pantalón gris- quizá sobrevivió unos instantes a la gravedad de las lesiones que sufrió en la cabeza al estrellarse contra el asfalto, pero no los suficientes para lograr ser atendido por los paramédicos de la Cruz Roja, quienes prácticamente llegaron a corroborar su deceso a eso de las 22:00 del día 3 de junio de 2013. Su identidad no fue establecida en el momento por no portar el occiso documentos que lo permitieran, por lo que habrán sido sus afectos cercanos quien con gran dolor pronunciaron su nombre y apellidos ante las autoridades.

Según el Periódico AM, diario guanajuatense, la persona atropellada podría haber estado ebria, esto a partir de los dichos de otros testigos del atropellamiento; de ser cierto lo anterior, la condición de la víctima sin duda debió haber influido en el fatídico desenlace, sin que por ello se obvie que la velocidad de las bicicletas de los hoy fugados era tal que arrojaron literalmente al pobre hombre a la muerte. El delito de homicidio culposo (negligente, no intencional) igualmente existiría porque la culpa recae en quien, con sus acciones, es el causante de la muerte de la víctima más allá de que pudiera haber algún tipo de responsabilidad de esta en lo sucedido (los actos irresponsables de la víctima no anulan o demeritan los del victimario), y en este caso concreto la culpa del o los ciclistas se vería agravada por el hecho de haber abandonado a su víctima.

Por otra parte, es notable que el reportero del diario El Sol de Irapuato finalizara su nota sobre lo acontecido manifestando su creencia de que la investigación del homicidio "quedará en carpetazo". Ojalá se equivoque.

El mismo día por la mañana, en la Ciudad de México, otro peatón, llamado Miguel Felipe Espinoza Rosales, había sido atropellado y muerto por un ciclista al cruzar la calle. El ciclista también se dio a la fuga.

En cuanto a la joven testigo, probablemente pasará mucho tiempo para que deje de rondar en su mente el inevitable y humano pensamiento de que ella pudiera haber sido la víctima de los ciclistas, a quienes, sin duda y refiriéndome a cualquier ciclista urbano, hoy dirige la misma mirada de precaución que a los automotores antes de cruzar cualquier calle, pero la Av. Guerrero en especial.